Los caminos aquí son las venas donde circula la sangre y el sudor de muchos obreros rurales, tantas riquezas en troncos de pinos y eucaliptos que se llevan en camiones las grandes empresas monopólicas.
Estos camiones con más de 40 toneladas forman profundas huellas donde los pobladores no pueden circular. “Hasta que nos cansamos de esta situación” dijo Carlos, delegado de la UC de Montaña y agrega “nos unimos con los fleteros que llevan los chicos y maestros a la escuela, con gente de la parroquia y recibimos el apoyo de dos curas de nuestra zona, que están en otros lugares de Corrientes pero vivían aquí, de los concejales de la UCR y del Frente para la Victoria, de la Asociación de Pequeños Productores, y dirigentes y delegados de otros parajes de la UC”.
Entre todos se decidió mantener un corte que impida la salida de los camiones con madera, y a los dueños y encargados de los establecimientos. La intendenta del Partido Autonomista ignoró nuestro pedido.
Nos plantamos en un cruce de rutas. Al tercer día vino un representante de Vialidad Provincial. Le planteamos que si no traían las máquinas viales para arreglar el camino no levantábamos el corte. En ese momento llamó al gobierno de Corrientes y aparecieron con las máquinas en el cuarto día de corte. Así fuimos hasta el pueblo de San Miguel a recibirlas en una caravana, mientras se garantizó la continuidad del corte con los jóvenes y algunas familias. No pasó nadie. Levantamos cuando llegaron las maquinas al lugar. Era un sábado y ese día comenzaron a trabajar. La alegría fue grande. Un compañero donó una vaca y festejamos con un asado el día siguiente.
La mayoría de los presentes opinaba que debían continuar la lucha, porque pronto comenzarán a sacar su producción los dueños de la Universidad de Harvard, que compraron otras estancias y van a superar las 50.000 has forestadas.
“La lucha me hizo vivir de nuevo”
Lucía, incansable, iba y venía sirviendo el asado y locro en el festejo luego del triunfo. ‘Sentate Lucía’ le decían otros compañeros de la UC. Contestó ‘estoy contenta, ya picaré algo. Primero le serviré a los compañeros’. Repitió ‘estoy muy feliz. Antes estaba muy mal, muy caída. La lucha me hizo vivir de nuevo’, expresó.
Luego la visitamos en su casa. Estaba feliz y contó parte de su vida. Nos dijo: “yo me fui a trabajar a los 11 años a las estancias de un gran estanciero conocido en Corrientes. A esa edad me subía a los bretes donde curábamos a las vacas. Una vez me caí, pero por suerte quedé arriba del animal y no me pasó nada”, decía con un tono de picardía. “Íbamos de una estancia a otra acá en el norte de la provincia. Y así era nuestra vida. Sin padre ni madre luché para sobrevivir. Luego conformé una familia. Fue dura la vida, tengo 14 hijos ahora.
“Estoy luchando con la UC porque me gusta esta organización. Hace poco hicimos la lucha por el camino. Fue importante. Le digo a los compañeros que hay que luchar, porque sin lucha no se consigue nada. Fue importante nuestra lucha. Hemos triunfado y logramos que venga Vialidad. Mi esposo no quería venir y lo convencí. El trabajó toda su vida en una gran estancia. Yo le dije a él y le digo a mis hijos: ‘tenemos que luchar’. Siempre digo tenemos que ser más, y no menos -repitiendo esta frase que significa superar el desprecio, la discriminación, la opresión-. Esos días del corte me llamó una compañera que no quería ir. ‘Estoy enferma’ me dijo; ‘me puedo morir’. Le dije ‘vení igual, cuando mucho te vas a morir acá con nosotros’. Y vino y no le pasó nada. Quedó contenta”.
Lucía ahora lucha por la tierra para sus hijos. Hace poco tiempo falleció una hija pequeña con leucemia. También tuvo un accidente al volcar el vehículo en que viajaba por el mal estado de los caminos. Estuvo muy mal. Hoy está feliz porque encontró una salida en estas luchas.
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